HUMILLACIONES: LAS CONSECUENCIAS

10:28 0 Comments A+ a-




Está claro que ciertas cosas como el maltrato, el abuso, el acoso, los chantajes o las humillaciones, pueden calar en lo más profundo de un niño. 

Y aunque cuando somos pequeños no terminamos de entender muchas de estas cosas, es en la edad adulta cuando más podemos apreciar las consecuencias.
Creo que es importante que cada uno sea capaz de autoevaluarse y de esa forma saber que pudo fallar y que está provocando en nosotros, ya sea en nuestra personalidad o en nuestra forma de percibir las cosas.

Hoy me he centrado en el tema de las humillaciones.

Hay formas de humillación que a veces confundimos con la disciplina


Por ejemplo, dar un cachete en el trasero a un niño delante de otras personas es una manera de humillarlo. Si cuando un niño está haciendo algo mal, y le decimos algo como “eres un inútil”, también es humillarlo.
 Criticarle y compararle con otros niños, como sus hermanos o amigos, también puede hacer que el menor se sienta subestimado, lo cual va destruyendo su autoestima y la imagen que tiene de sí mismo. Además, estos comportamientos pueden hacer pensar al niño que no se le valora.
La humillación es un daño emocional, y lo más importante para los niños es sentirse valorados por sus padres.

Hay ciertos padres que consideran que la humillación puede fortalecer la personalidad de sus hijos. Sin embargo, diversos estudios han concluido que es uno de los desencadenantes más comunes de suicidios entre los adolescentes.

Los niños, independientemente de si son inquietos o traviesos, necesitan sentirse queridos y respetados por sus padres, sobre todo. Si se usan refuerzos negativos para disciplinar a un hijo, puede traer a la larga resultados poco satisfactorios.

Recuerda que el resentimiento suele ser un efecto colateral de la humillación.

Diferentes tipos

Existen formas solapadas o algo confusas de humillar a otras personas, o sea, de herir su dignidad y autoestima.
Tal vez sin darte cuenta, puedes incurrir en conductas humillantes con tus hijos, con otros seres queridos e incluso con amistades o colegas de trabajo. He aquí algunas de ellas:

Denigración: En ocasiones, menospreciamos o nos burlamos de las opiniones de los demás y damos a entender que somos nosotros los que pensamos de forma correcta.
Esto puede ser especialmente perjudicial para un niño o un adolescente, ya que están en etapas de descubrimiento, experimentación, planteamientos personales, cuestionamientos y también muchas inseguridades.

Tu hijo puede estar equivocado en ciertos conceptos pero no obtendrás resultados satisfactorios si no le escuchas con atención y luego le haces razonar, sin peleas e imposiciones. La postura altanera de "yo soy quien sabe" no te llevará lejos con él. 

Para llegar a un entendimiento tal vez es necesario que te examines y procures evitar características de tu personalidad, como la soberbia o el deseo de prevalecer, que pueden interferir en un diálogo democrático con tus chicos, sobre todo si son adolescentes.

Exclusión: Mientras los hijos son pequeños es lógico que les ahorremos preocupaciones y les dejemos ser niños, pero cuando ya entran en la adolescencia no es una buena costumbre marginarlos o excluirlos de las decisiones que se toman en el hogar, ya que a ellos también les afectan. 

Por ejemplo, si hay que reducir gastos o cambiar de vivienda, es importante conversar con ellos al respecto para que no sientan que sus opiniones y sentimientos no cuentan, lo cual puede ser humillante. Lo mismo puede ocurrir en el trabajo cuando pregonamos que todos constituimos un equipo y luego, a la hora de tomar decisiones, varios integrantes de dicho equipo quedan fuera sin ser informados.

Calumnia: Acusar a alguien falsamente puede ser humillante, insultante e irritante. No es infrecuente, por ejemplo, que a un padre se le pierda algo, como un bolígrafo predilecto u otro objeto personal y después de buscar sin éxito se acerque a sus hijos, sin pruebas concretas, y les diga: "Sean sinceros y no pasará nada. ¿Dónde está el bolígrafo?" La calumnia, además, puede provocar riñas familiares.

Para evitar humillar a otros, y estoy seguro de que no te gusta que te lo hagan a ti, lo más conveniente es tratar de controlar los impulsos y pensar en las consecuencias de tus palabras y acciones.

Las consecuencias psicológicas de la vergüenza y la humillación son un efecto directo de baja autoestima y de la conciencia que se tenga sobre la dignidad, de la autoeficiencia y asimismo puede orientar a la depresión, ansiedad y estrés muy elevado.

Fuente: La humillación y sus efectos negativos - Houston Chronicle

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...